Salir de paseo con nuestros hijos y tener la intención de llevarlos a almorzar afuera no siempre puede resultar tan bueno como podríamos pensarlo, ya que siempre están al asecho los conocidos locales de comida rápida, atrayentes casi de manera automática a los ojos de los pequeños, pero ¿qué tan malo puede llegar a ser consumir con frecuencia y desde chicos comida chatarra?
Comer una mañana un chocolate, un hot-dog o una hamburguesa como desayuno no significa que tenga que ser igual al día siguiente, de hecho por ningún motivo debiera repetirse esto con el propósito de no crear un mal hábito alimenticio, el que por lo general es el causante de la adicción a dulces y pronto aumento de peso sólo a base de alimentos perjudiciales para el organismo.
Siguiendo con el ejemplo anterior, si hoy no tuve tiempo para darle un buen desayuno a mi hijo, tendré que responsabilizarme como padre de que mañana no sea igual, intentando por todos los medios que la comida nutritiva pase por sobre el rico sabor de la comida chatarra.
Pero para dejar a los padres conceptos bien claros con respecto al tema, debemos señalar que dentro de las desventajas de la comida rápida se encuentra su carencia de nutrientes, tan requeridos para el correcto desarrollo de un niño, como lo son el calcio, las vitaminas, o el hierro, y su aporte de sustancias perjudiciales para la salud como son un alto contenido de grasas, sal y azúcares,
Ahora nos vamos a los efectos que podría causar el consumo excesivo de ésta.
Como no podía ser de otra forma en la cima de la lista se encuentra la obesidad, algo que aparte de afectar la salud del niño también disminuye su estado de ánimo y autoestima, presentándose por medio de complejos varios en torno a su cuerpo.
Le siguen, con el pasar del tiempo, las enfermedades crónicas que a temprana edad pueden aparecer tales como la hipertensión, problemas cardiovasculares, o la diabetes.
En fin, ya sabemos en resumen los daños a los que se exponen los niños al preferir un plato “rápido” antes que una nutritiva comida.