La enfermedad celiaca, cada vez más en auge, es una intolerancia al gluten, por una mala absorción del intestino de sustancias que se encuentran en el trigo, avena, cebada y centeno. Los síntomas de la misma son muy variados, pasan de fuertes diarreas, de anemia a sufrir depresiones exógenas, y a veces resulta muy difícil dar con el diagnostico, sin embargo se mejora mucho suprimiendo el gluten de la alimentación.
Si ya sabias que eras celiaca antes de quedar embarazada conocerás perfectamente los alimentos permitidos en tu dieta, pero tendrás que tener un especial cuidado en la gestación de que tu alimentación sea lo más sana y variada posible para que tu cuerpo reciba todos los nutrientes que necesita.
De la dieta se eliminan el trigo, avena cebada y centeno, todos sus derivados, y productos que puedan contenerlo, como preparados alimenticios, salsas, productos de repostería, carnes y embutidos envasados, y poner especial atención en todo producto proveniente de la industria alimentaria, puesto que el alimento en si puede no tener ninguno de estos cereales, pero sí que pueden contenerlo los conservantes que se le incorporen, o, puede darse el caso de contaminación cruzada, que se produce cuando con los mismos útiles se preparan indistintamente productos con gluten y sin gluten.
Los cereales antes citados los puedes sustituir por maíz, arroz, soja, y puedes elaborar tus propias harinas en casa, como la de garbanzo y lenteja e incluso en algunos sitios utilizan la de plátano.
Las mujeres embarazadas celiacas han de llevar estricto cuidado en su dieta, puesto que el no hacerlo puede suponer un peso bajo del bebe al nacer y altos riesgos de sufrir abortos espontáneos.
Hay mujeres que tras sufrir varios abortos, sin causa orgánica aparente, descubren que son celiacas, y tras cambiar su alimentación consiguen que su embarazo llegue a buen término.
La dieta sin gluten por otro lado, no tiene porque afectar ni a la futura mama, ni al bebe, ni la periodo de lactancia y se logra una alimentación adecuada y balanceada.