Las infusiones presentan dos problemas para los bebés, motivos por los cuales muchos pediatras las desaconsejan.
De una parte, tienen un alto contenido en azúcar, esto es perjudicial tanto para el sistema digestivo que va madurando en los primeros meses de vida así como para la salud dental, ya que el azúcar es un factor de riesgo importante para desarrollar caries.
Otro de los principales inconvenientes viene dado por las dosis. Las infusiones se realizan a base de plantas, plantas que en muchas ocasiones tienen un determinado efecto medicinal. Es importante saber cual es la dosis adecuada para así prevenir un nulo efecto o bien un efecto tóxico. Por este motivo se deben dar infusiones cuya dosis para bebés ya esté establecida.
Como son varios los factores en contra para dar infusiones, éstas deben darse cuando realmente haya un pequeño problema de salud en el niño que no se pueda solucionar con otras medidas tales como las alimentarias (tipo de leche, tetina…).
Estos problemas comunes de salud suelen ser
las digestiones difíciles, trastornos gastrointestinales tales como la
diarrea o el estreñimiento o problemas de sueño.
En estos casos sí nos podemos ayudar de
infusiones pediátricas (con la dosis adecuada ya establecida).
Cuando decidimos dar una infusión para aliviar un pequeño problema determinado debemos tener en cuenta que éstas tienen un contenido importante en azúcar (en forma de dextrosa), por tanto, debemos dar sólo las tomas diarias que nos sean necesarias para ver aliviado el problema y no alargar su consumo más tiempo del necesario.
Cuando el bebé mejore se debe retirar paulatinamente la infusión, así como si el problema persiste a pesar de tomar infusiones diariamente se deberá consultar con el pediatra para que haga una valoración.