En la etapa infantil una alimentación no equilibrada puede conllevar dos estados muy distintos e igualmente perjudiciales, la desnutrición y la obesidad.
Cuando una madre detecta que su hijo está empezando a ganar un peso que no le correspondería, es importante que actúe lo antes posible, pero igual de importante es que actúe correctamente.
Debemos entender que los niños se encuentran en una etapa de crecimiento y que no es necesario implantar una dieta hipocalórica como tal sino implantar una dieta equilibrada. ¿Cómo? Con la substitución de alimentos.
Cuando un niño se encuentra en un estado de sobrepeso, suele ser porque algo en su alimentación falla.
En estos niños se deben sustituir los métodos de cocción, pasar de las frituras a los horneados o hervidos. Por ejemplo, sustituir las patatas fritas por patatas hervidas o patatas cocidas al microondas.
Los postres no deben ser helados, ni yogures elaborados a base de leche entera ni golosinas. Los postres deben ser frutas o yogures desnatados.
Es recomendable sustituir las grasas del aceite de girasol o mantequilla por el aceite de oliva y los embutidos por queso fresco desnatado o pechuga de pavo/pollo.
Las carnes deben ser no grasas, por lo que se recomienda no servir carne de cerdo en exceso.
Finalmente es importante que el niño realice actividad física diaria.
Para respetar la saciedad del niño es importante que su comida y su cena conste de 4 platos: un primero de verduras verdes, el principal de carbohidratos (patatas, cereales), un aporte proteico (se debe aumentar la ingesta de pescado) y una pieza de fruta o lácteo / desnatado.
Es importante que los padres comprendan que comer sano no puede significar comer mal.