Lo que intentamos hacer en esta oportunidad no es comparar entre el agua y la gaseosa, ya que si fuera por eso las diferencias en cuanto a nutrición son realmente abismales, pero lo que sí queremos hacer es fomentar el hábito de refrescar a los niños con tragos de agua más que con alguna gaseosa que al fin y al cabo lo único que logra es llenar de gases a los pequeños.
Entre las ventajas del agua comenzaremos por señalar lo efectiva que es a nivel digestivo, logrando que todo dentro del cuerpo fluya más rápido y así no provocar dolores de índole estomacal.
También sabemos que al realizar actividad física es recomendable hidratarse con agua o jugos isotónicos cada 10 minutos aproximadamente dependiendo la intensidad con la que se realicen.
Otro tema es la cantidad. Como nuestro tema es el niño y la importancia de su nutrición, siempre se recomienda beber entre 4 y 6 vasos diarios, es decir entre un litro y un litro y medio.
Para terminar con nombrar algunos de los beneficios del agua dentro del diario vivir del niño, mencionamos lo efectiva que es al emular la sensación de saciedad dentro del organismo, es decir, lograr llenar en cierto modo el estómago logrando que el niño no sienta tanta hambre.
De ahí que el agua sea tan recomendable para aquellos que tienen tendencia al sobrepeso o ya sufren de obesidad.
Ahora nos vamos a las gaseosas, ricas, pero malas para salud si se prioriza su consumo.
Éstas por lo general suelen ser el centro de las mesas a la hora de las comidas, convirtiéndose de este modo en una pieza más dentro de la alimentación de todos.
Si el consumo de gaseosas es exacerbado en el cuerpo de un niño, a la larga podría provocar que éste pierda fuerza en los huesos, todo esto debido a la gran cantidad de fósforo que se ingiere por cada una, sin mencionar el estado de obesidad en el que se podría terminar.