En épocas especiales del año (tales como la Navidad) nuestra alimentación cotidiana sufre un cambio muy importante y se transforma en una alimentación muy elaborada y por ende con un contenido calórico muy superior al que se ingería anteriormente.
Aumentar la ingesta calórica de un modo tan notorio y durante semanas, sin aumentar el metabolismo por medio del ejercicio físico, conlleva inevitablemente un aumento de peso. Las personas más susceptibles respecto a este aumento de peso son aquellas que vienen de una dieta hipocalórica pues la diferencia de la ingesta de calorías es aún mayor.
Es obvio (e incluso puede considerarse saludable) que durante las Navidades el tipo de alimentación debe cambiar, se cocina de forma más elaborada, se come en familia y el tiempo se prolonga y se disfrutan de los dulces típicos de esta época del año tales como mantecados, turrones o bombones.
Lo que ya no se puede considerar saludable es mantener esta alimentación de forma ininterrumpida durante gran parte del mes de diciembre y principios del mes de enero.
Lo primero a tener en cuenta es que las comidas elaboradas y con postres de alto contenido calórico deberían limitarse únicamente a los días festivos de la Navidad en vez de considerarse la alimentación habitual durante todo el período Navideño.
Del mismo modo es importante que las hortalizas y las frutas sigan estando presentes durante estas fiestas. Los entrantes cocinados a base de verduras además de ser muy saludables tienen un alto poder saciante.
Los postres elaborados a base de frutas son una buena opción ya que también cuentan con un alto poder saciante y esto hace disminuir la posterior ingesta de bollería industrial.
Finalmente, para poder controlar el peso durante estas fiestas es imprescindible hacer un control de la masa corporal a comienzos de diciembre y a mediados de la Navidad, esto nos permitirá saber en qué cifras nos movemos y evitar que el aumento de peso sea exagerado.