Al
dejar de fumar el organismo genera
un síndrome de abstinencia puramente
físico. El punto álgido de este molesto síndrome se alcanza durante las
primeras 24 horas sin fumar y desaparece entre las 48 y 72 horas posteriores.
No obstante, lo que nos dificulta la tarea de abandonar el tabaco es el síndrome de abstinencia de carácter
psicológico, la duración de éste dependerá de cada persona.
Para paliar el síndrome de abstinencia psicológico es necesario un cambio de hábitos de vida, pasando claro está, por el hábito alimenticio.
Debemos
rechazar todo aquello relacionado
con la alimentación que nos incite a
fumar nuevamente, como por ejemplo: el café, las bebidas alcohólicas de
alta graduación y distintas bebidas excitantes tales como el té o la cola.
Del mismo modo se debe evitar hacer
comidas con un alto contenido graso ya que esto invita a una larga
sobremesa dónde la tentación por fumar puede llegar a ser muy notoria.
La presencia de la nicotina residual (la última que hemos dado a nuestro organismo) dificulta el alivio del síndrome de abstinencia puramente físico, para esto es importante adoptar, dentro de una dieta equilibrada, unas pautas de alimentación lo más depurativas posibles.
Para ello podemos contar con un potente antioxidante que sin lugar a dudas nos ayudará: la vitamina C.
Esta vitamina la podemos encontrar en alimentos cotidianos y conocidos por todo como depurativos: frutas, verduras y hortalizas.
Por lo dicho anteriormente sería recomendable ingerir un mínimo de tres piezas de fruta al día (entre ellas procuraremos ingerir una naranja ya que su concentración en vitamina C es mayor) y comer verdura y/o hortaliza como entrante tanto en los almuerzos como en las cenas.
Finalmente, para sacarle el máximo provecho a la alimentación en esta etapa de deshabituación tabáquica será necesario ingerir un mínimo de 1.5 litros diarios de agua, siendo perfecto llegar a los 2 litros.