Estar en una etapa de crecimiento se traduce en un aumento de las necesidades calóricas y por tanto también debe ir acompañado de un aporte extraordinario de energía así como de nutrientes. Es importante respetar al máximo estos nuevos requerimientos del niño ya que el hecho de no hacerlo conllevaría una malnutrición.
La malnutrición comprende dos situaciones muy distintas para el niño pero a la vez igual de perjudiciales;
1- En el caso de que la ingesta energética del niño no sea suficiente para sus necesidades se va a ver comprometido su crecimiento, tanto a nivel de ganancia de peso y aumento de talla como a nivel de maduración de los distintos órganos, provocando un aumento de las infecciones y debilitando el sistema inmune. Este déficit de energía también afectaría de manera negativa al desarrollo psicológico del niño.
2- Si la malnutrición se da por un exceso en la ingesta energética aumentan las posibilidades de enfrentarnos a un grave problema, la obesidad infantil. Este estado es muy perjudicial para la salud del niño pero también compromete su salud en la etapa adulta.
Es beneficioso que la madre pueda ir controlando periódicamente el peso del niño para asegurarse de que éste no oscila de manera brusca y así poder comunicar cualquier cambio importante (ya sea por ganancia de peso o pérdida) al pediatra.
También es muy importante seguir estrictamente todas las pautas alimenticias que dé el pediatra, ya que cuando las necesidades energéticas del niño están cubiertas en su justa medida, sin existir ningún déficit ni exceso, el crecimiento y el desarrollo de éste se dan del modo correcto.
En la primera parte: Alimentos básicos en cada etapa de crecimiento del niño