Las raíces de los dientes es una parte anatómica que ya se forma cuando el bebé está en el vientre materno pero la salida de estas piezas dentales no se inicia normalmente hasta los seis meses de edad, aunque esta no es una fecha exacta. De este modo, podemos encontrar a bebés que inicien su dentición a los tres meses o bien que tarden incluso hasta llegar al año de edad.
Los síntomas que acompañan al proceso de dentición son fiebre, irritabilidad y un babeo excesivo, juntamente con la inflamación de las encías.
Esto es fácil de percibir por la madre al pasar el dedo por las encías y notar pequeños bultos.
En la alimentación cotidiana del bebé podemos encontrar recursos que nos ayuden a llevar del mejor modo posible este proceso.
En invierno, debido a las bajas temperaturas, se hace difícil poder servir alimentos fríos pero debemos descartar en todo momento servir las papillas calientes ya que esto irritaría aún más las encías. Es recomendable servir los platos tibios y también se puede optar por las sopas de verduras frías. Los lácteos, tales como los yogures específicos para los bebés van a ser de mucha ayuda al ser alimentos suaves y que se sirven frescos.
En verano, la fruta es nuestra gran aliada aunque se deberán descartar todas aquellas frutas críticas que pudieran irritar las encías. La fruta se puede servir fría, lo que aliviará mucho más toda la cavidad bucal. En verano también se pueden servir fríos todos los lácteos. Debemos recordar que todo alimento que se pueda servir frío actuará a modo de anestesio en la cavidad bucal, calmando así el dolor gingival.
Tanto si nos hayamos en verano o en invierno debemos optar siempre por alimentos ricos en agua tales como verduras o frutas ya que una correcta hidratación en la boca minimizará el daño en las encías, por ende, la ingesta de agua es muy recomendada.