La teoría de la alimentación saludable es prácticamente sabida por todos:
- Dieta baja en grasas
- Dieta variada y equilibrada
- Cinco raciones diarias de fruta y hortalizas
- Pocos alimentos pre elaborados
No obstante, parece que cuesta llevar a la práctica esta teoría de la dieta saludable.
Llevamos unos hábitos de alimentación propios de la sociedad en la que vivimos, dónde se trabaja, se atienden miles de labores y apenas queda tiempo para cocinar, esto nos ha llevado a consumir de manera cotidiana gran cantidad de comida basura.
Una de las claves para empezar a cambiar estos perjudiciales hábitos es sustituir los alimentos.
Reducir las grasas es una prioridad para evitar el colesterol y la obesidad, pero no se debe caer en el error de comparar la reducción de grasas con la reducción de comida, bajo ningún concepto debería ser así.
Por ejemplo,
siempre será preferible una carne blanca como la del pollo o la del pavo a una
carne como la del cerdo. Esto no significa que debamos restringir por completo
la carne del cerdo, sino consumirla de manera esporádica.
Dentro de las grasas de origen animal, el pescado debería estar presente como
mínimo tres veces por semana.
La mantequilla y el aceite de girasol deben ser sustituidos por un tipo de grasa altamente beneficiosa, la presente en el aceite de oliva. Esta debe ser nuestra base para cocinar, restringiendo en este aspecto cualquier otro tipo de grasa.
Estas sustituciones también afectan a otro tipo de nutrientes, como los hidratos de carbono, éstos no están únicamente constituidos por pastas como macarrones o fideos, también son hidratos el pan, las patatas y las legumbres. Es muy importante diversificar los hidratos y no cocinar únicamente pasta, porque nos priva de las vitaminas y minerales presentes por ejemplo en las legumbres y porque la grasa y las calorías son mucho mayores.
El postre por preferencia, debería ser la fruta y el consumo de pasteles o helados debería ser esporádico. Si bien la leche no tiene porque restringirse también es recomendable tomar leche de soja para que parte de nuestras proteínas provengan de una fuente vegetal.