El agua mineral natural es aquella que desde su origen en el manantial llega a nosotros envasada, no requiere de ningún tipo de desinfección dado que desde su inicio su pureza y composición es adecuada para consumirla.
Las aguas minerales y naturales pueden distinguirse por su grado de mineralización, es decir. la composición en minerales que éstas presentan, en esta clasificación podemos encontrar:
Aguas de mineralización débil
Este tipo de agua tiene
una composición muy ligera en minerales lo que la hace especialmente indicada
para la preparación de alimentos infantiles, para personas con cálculos renales
(piedras en el riñón) y para las personas que necesiten un efecto bastante
diurético, como por ejemplo personas que sufran de hipertensión arterial,
hipercolesterolemia o retención de líquidos.
Aguas de mineralización media
Esta agua es muy parecida
en efectos beneficiosos al agua de mineralización débil únicamente que no es
tan diurética.
Aguas de mineralización fuerte
Este tipo de agua estaría
especialmente indicada en aquellas personas que sufrieran algún tipo de déficit
mineral, como por ejemplo de calcio,
magnesio o sodio.
Sea cual sea el agua que más se adapte a nuestras necesidades para que ésta contribuya al correcto funcionamiento de nuestro organismo es imprescindible beber un mínimo de 1.5 litros, o incluso 2 litros (equivalentes a ocho vasos de agua).
Beber como mínimo esta cantidad es importante ya que es la cantidad que asegura una correcta hidratación de nuestro cuerpo, aún así, se debe tener presente que esta cantidad debe ser aumentada ante fuentes de calor tales como el verano o el ejercicio físico.
Mantener un consumo pobre de agua durante un período largo de tiempo puede tener consecuencias fatales para nuestro aparato urinario, pudiendo dañar nuestros riñones, y para nuestro aparato digestivo, pudiendo empeorar enfermedades intestinales ya existentes.