La fibra dietética de la manzana promueve una digestión saludable, facilitando los movimientos intestinales regulares y reduciendo los niveles de colesterol potencialmente dañinos. También ciertas enfermedades que afectan a los intestinos mejoran con su presencia, principalmente gracias a las fibras que proporcionan las manzanas, que de por sí su composición química es antinflamatoria.
Las manzanas favorecen la salud cardiovascular, reducen la producción de radicales libres debido a la actividad antioxidante, la disminución de los niveles de colesterol malo o LDL, ayudan a regular los niveles de glucosa en sangre y evita el estreñimiento, siendo la fibra dietética responsable directo del impacto benéfico sobre la digestión.
La fibra dietética incluye las partes de vegetales que el cuerpo no puede digerir o metabolizar en nutrientes útiles y existen dos tipos de fibra dietética: solubles e insolubles.
La fibra soluble o que se disuelve en agua, es la pectina y la podemos encontrar en las manzanas, fresas y cítricos, ésta se disuelve en los intestinos generando una sustancia gelatinosa que es capaz de mantener a raya el colesterol, facilitando su eliminación.
La fibra insoluble no se disuelve en agua, pero atrae el agua facilitando la formación de las heces y así brinda una gran ayuda para limpiar el intestino grueso, además de promover los movimientos intestinales regulares.
Las manzanas contienen ambos tipos de fibra, la soluble se encuentra principalmente en la pulpa y la insoluble se encuentra principalmente en la piel, por lo cual la transforma en un alimento completo para mantener la salud intestinal.
Para tener muy en cuenta: Es muy cierto el antiguo dicho que reza; “una manzana al día, conserva la juventud y la lozanía”.