La Dieta Macrobiótica establece que a partir del equilibrio del yin y el yang, se logra el equilibrio en todos los niveles orgánicos como las emociones y los sistemas de órganos. En griego, “macros” significa "grande" y “Bios” significa "vida", por ello muchos de sus seguidores la consideran una forma de vida, más allá de una dieta, ya que además a logrado a través de los años una gran difusión por la cantidad de estudios científicos realizados sobre sus efectos sobre la salud y la enfermedad, principalmente el cáncer.
Su creador fue George Ohsawa, un filósofo japonés nacido en 1893, fundador del sistema de la filosofía y la dieta, uno de sus estudiantes fue Michio Kushi, quien la logró difundir a nivel mundial. Como muchos de sus alimentos y métodos de cocción son de origen japonés, las dietas macrobióticas son personalizadas y adaptadas individualmente de acuerdo a un articulo publicado en "Nutrición en la Práctica Clínica".
Los alimentos y preparaciones preferidas que la dieta macrobiótica utiliza varían en función del clima y la estación, así como también el sexo, la edad y el estado de salud, por lo cual se la considera con fundamentos científicos.
Entre los alimentos que la componen se destacan los granos enteros, que ocupan entre un 50 y 60 por ciento de la dieta macrobiótica tradicional, siendo el arroz el cereal más utilizado y como premisa alimentaria presta especial atención a la masticación, diciendo que; “los alimento solidos deben llegar a beberse y lo líquidos a masticarse”.
También componen la dieta macrobiótica; verduras de hojas, tubérculos, legumbres y algas, que se deben comer todos los días, aunque los miembros de la familia de las solanáceas como el pimiento, la patata, la berenjena y los tomates no están permitidos.
Los frijoles y sopa de miso, un caldo hecho con pasta de soja fermentada, se consumen con frecuencia, mientras que algunos seguidores son estrictamente vegetarianos, algunos comen pequeñas cantidades de pescado.