En una ocasión una madre se quejó al pediatra diciéndole “que su hijo solo quería comer potitos” (alimento comercial envasado), a lo que el pediatra le pregunto si el niño lo había pedido la primera vez que le dio un potito. El problema no es que los padres le hubieran ofrecido ese alimento a su hijo, sino que el estilo de vida ha cambiado, las madres están obligadas a compatibilizar la vida laborar y la familiar, y a veces se ha de recurrir a los alimentos precocinados, o envasados, como solución a la alimentación de los hijos.
Evidentemente a algunos niños les pasa que una vez que han probado los potitos sienten preferencia por los alimentos envasados, y no hay manera de que prueben los alimentos elaborados en casa, ignorantes de la frustración que supone para su madre.
Si te encuentras ante esta situación puedes intentar algunos trucos para que tu hijo acepte tus papillas, puedes intentar engañarlo introduciendo tu puré en tarro de su potito preferido, y abrirlo ante sus ojos, aunque probablemente note la diferencia de sabores.
También puedes ir variando los ingredientes de tus purés, hasta que encuentres uno que le resulte especialmente apetitoso.
Consejos útiles: Puedes echar un poquito de miel para endulzar su sabor, o hacer las papillas lo más suaves posibles, en cuanto a textura se refiere, puesto que esta puede que sea la mayor diferencia entre un potito y una papilla casera, las maquinas trituradoras en la industria son más efectivas que un pasapurés.
Si todo esto no funciona, tampoco has de torturarte con sentimientos de culpabilidad, porque hoy en día, a pesar de las dudas y recelos que sentimos los padres ante estos preparados industriales, la comida envasada para niños esta mucho más controlada, en cuanto a sus valores calóricos, de azucares o sal. Los ingredientes son especialmente vigilados, y se controla mucho el hecho de que no lleven conservantes ni aditivos.
Sin embargo, si te sientes tentada en ofrecer a tu hijo este tipo de alimento por primera vez, recuerda que en el mercado encontrarás todo tipo de recipientes y utensilios para poder elaborar, transportar e incluso mantener caliente durante horas tu propia papilla, sin necesidad de tener que recurrir al potito, y así, ojos que no ven corazón que no siente, si el niño no ha probado el potito, no podrá querer comer solo eso.