Ciertos alimentos son capaces de empeorar o mejorar dolencias, este es el caso de la leche, que claramente se debe evitar en los resfriados. Pero antes de resaltar el importante papel de la leche en los resfriados, aclararemos algunos aspectos básicos de esta enfermedad.
El resfriado es una enfermedad leve causada por un virus, se puede presentar en cualquier época del año pero su incidencia es mayor especialmente en otoño e invierno, por una parte, debido a un cambio de ambiente dónde hay un descenso importante de las temperaturas y por otra parte, en consecuencia a una disminución de las defensas.
No hay ningún tipo de fármaco ni tratamiento que cure el resfriado, como la mayoría de las enfermedades víricas se debe dejar que siga su curso hasta su curación, aunque sí que es cierto que se pueden aliviar sus síntomas. Generalmente el resfriado requiere de descanso y reposo con sudoración (para eliminar una mayor carga viral a través de la transpiración), también la alimentación que se siga durante el transcurso de la enfermedad puede ser de gran ayuda o bien de gran agravio.
La leche es un alimento polémico, ya que de él se pueden resaltar tantas virtudes como efectos negativos. Entre sus efectos más nocivos está la propiedad de hiperexcitar el sistema inmunitario, concretamente, posee una sustancia que aumenta la producción de mucosidad y este es el principal motivo por el que se debe evitar la leche en los resfriados.
Uno de los síntomas principales con los que transcurre el resfriado es el aumento de mucosidad, así que si tomamos leche durante este periodo muy probablemente alarguemos el transcurso de la enfermedad.
En el caso de los niños con resfriado se puede cambiar la leche por bebida de soja, de almendra o de arroz (siempre teniendo en cuenta que esta última está contraindicada en los casos de estreñimiento debido a su alto poder astringente).