Cuando la madre no puede darle el pecho a su hijo o bien cuando su leche no es suficiente para cubrir las necesidades de éste se habla de lactancia artificial y se alimenta al niño a base de fórmulas infantiles.
En 1981 se aprobaron una serie de normas referentes a la elaboración de fórmulas infantiles que tras varias revisiones por distintos organismos siguen vigentes, lo cual indica que todas las leches infantiles comercializadas han pasado por unos estrictos controles de calidad y por tanto son seguras e inocuas.
Todas las fórmulas infantiles comercializadas intentan imitar al máximo el patrón de la leche materna aunque esto no es del todo posible ya que la leche materna tiene la capacidad de cambiar constantemente, tanto a lo largo del día como a lo largo de una misma toma.
Las fórmulas infantiles están constituidas a base de leche de vaca y tienen unos valores de proteínas que oscilan entre 1,8-3 gramos por cada 100 Kcal. En cuanto a las grasas, estas leches tienen un contenido del 40-55 % y estos son unos valores bastantes similares a los de la leche materna. La cantidad de carbohidratos mínima que debe estar presente en estas fórmulas es la de 9 gramos por cada 100 Kcal.
Las fórmulas infantiles también están enriquecidas con vitaminas y minerales de modo que cubren todas las necesidades del recién nacido, por tanto, son seguras para alimentar correctamente a nuestro hijo, no obstante, cabe recordar que la leche materna es la única capaz de transmitir anticuerpos así como otras sustancias capaces de ayudar al desarrollo del sistema inmunitario del bebé.