Partiendo de la base de que en una dieta saludable y equilibrada el 30% de la ingesta diaria deben ser lípidos (grasas) debemos distinguir que no todas las grasas son iguales y que una de las más saludables es la que contiene el aceite de oliva.
Esto es por múltiples motivos. La grasa contenida en el aceite de oliva reúne unas características por las cuales no interviene en la formación de colesterol, a diferencia de otros aceites vegetales que sí lo hacen tales como el de palma o el de girasol.
También se ha observado que si en una dieta se respeta el porcentaje adecuado de grasas, la grasa que aporta el aceite de oliva no hace ganar peso al individuo si éste sustituye las grasas anteriores por las de este tipo de aceite.
El aceite de oliva aporta vitaminas
La composición del aceite de oliva es muy rica, no únicamente en grasas sino también en vitaminas como por ejemplo la vitamina A, D, E, y K, además de favorecer la absorción de algunos minerales.
A nivel digestivo el aceite de oliva es un alimento saludable porque ya que es capaz de disminuir la acidez estomacal y mejora el tránsito intestinal, además, cabe mencionar, que a diferencia de muchos laxantes éste no genera ningún tipo de habituación.
El aceite de oliva aumenta el colesterol bueno
Debido a su peculiar composición, el aceite de oliva es capaz de aumentar el colesterol bueno, conocido como el colesterol HDL, gracias a esto, se reduce el riesgo de sufrir una enfermedad cardio-vascular.
Poder antioxidante del aceite de oliva
Los últimos estudios realizados sobre el aceite de oliva revelan que éste tiene una gran actividad antioxidante que proviene de sus polifenoles. Estas sustancias podrían tener un papel protector frente a enfermedades como el cáncer y ser muy beneficiosas en el período de envejecimiento.
Finalmente es necesario mencionar que el éxito de una de las dietas más recomendadas, la dieta mediterránea, radica principalmente en el generoso uso que se hace del aceite de oliva.