Las semillas germinadas no solo son muy simples de obtener en nuestra propia casa, sino que además compiten a nivel nutricional con las frutas y verduras, junto con sus efectos sobre la salud. Solo con un poco de agua a diario, aire y una adecuada temperatura, se logran activar los componentes bioquímicos contenidos en una semilla, a través de complejos procesos por los cuales se libera una cantidad asombrosa de energía para dar paso a la vida.
La vitamina C también se encuentra presente cuando las dos primeras hojas brotan y toman su color verde gracias a la clorofila, etapa en la cual el brote se transforma en un alimento perfectamente equilibrado y lleno de energía vital.
Los brotes y sus propiedades tanto alimentarias como medicinales, se han documentado en las culturas de todo el mundo, siendo anteriores a los registros manuscritos de la Biblia y con una antigüedad registrada hasta en 3000 años a.c, así como en China su uso ocupa un lugar preponderante en su cocina, desde los orígenes de la cultura. Pen Li Shih Chen Ts'ao Kang es una obra clásica de la medicina herbal china que data del siglo XVI, en la cual se recomienda el consumo de brotes para tratar varias enfermedades, incluyendo el reumatismo y la hidropesía.
Entre las semillas más populares para obtener germinados se encuentran la alfalfa, que tiene una abundancia de vitaminas, minerales y clorofila, con un gran poder alcalinizante, recomendado para tratar enfermedades como las reumáticas (artritis).
Las semillas de trigo sarraceno, contienen altas proporciones de vitaminas A, C, E, calcio, lecitina y clorofila, tiene la capacidad de purificar las impurezas químicas en el agua.
El poroto mungo del cual se obtienen los famosos brotes de soja, son una rica fuente de proteínas, vitamina C, potasio y hierro. Otras semillas muy nutritivas son las de calabaza, girasol, sésamo y el fenogreco.