La dieta macrobiótica se puede comprender como un verdadero estilo de vida, pero muy saludable, ya que esta dieta de origen japonés se basa en la creencia de que la mala salud tiene su origen en el desequilibrio o vivir en desarmonía con el medio ambiente, por ello basa sus principios en adoptar una actitud pacífica, positiva y una dieta estacional de alimentos enteros, combinados en equilibrio según la filosofía Yin-Yang oriental.
La dieta macrobiótica ha demostrado tener la capacidad de poder ayudar a prevenir las enfermedades cardiovasculares y se han estudiado sus posibles efectos terapéuticos sobre el cáncer, con innumerables testimonios positivos, aunque siguen los estudios sobre sus propiedades en esta área.
El miso y la salsa de miso son dos alimentos japoneses considerados condimentos nutritivos, pero también la tradición macrobiótica los reconoce como medicamentos naturales, los cuales se suman a una dieta principalmente vegetariana compuesta de alimentos integrales, elaborados con métodos tradicionales de preparación y de procedencia orgánica.
Los granos enteros, verduras, frijoles y productos de soja, encurtidos y vegetales marinos son la base de la dieta macrobiótica, así como las frutas, semillas, nueces y los mariscos se comen de vez en cuando, evitando las carnes, huevos y lácteos.
El Miso es un alimento muy importante en dieta Macrobiótica creada por George Osawa y se elabora a partir de la adición de koji (fermento tradicional japonés), a la soja cocida, para fermentar los granos, a los que se añade sal marina resultando una mezcla o pasta que puede ser utilizada como un condimento base, para distintos platos.
Hay tres tipos de miso: amarillo, rojo y marrón, las diferencias de color y sabor dependen del tipo de koji utilizado y el proceso de fermentación. El miso aporta muchas vitaminas del complejo B y proteínas a la Dieta macrobiótica, además le provee de propiedades digestivas muy favorables ya que es un verdadero probiotico y como tal estimulador de las defensas orgánicas a nivel intestinal.