Los probióticos son productos que contienen cepas de bacterias que se encuentran de forma natural en nuestra flora intestinal.
Las bacterias que conforman la microbiota intestinal ejercen un papel fundamental en la salud humana: no sólo nos ayudan a digerir y a aprovechar los diferentes tipos de nutrientes obtenidos a través de la alimentación sino que además refuerzan de una manera notoria nuestras defensas.
Recordemos que el 70 % de las defensas se encuentran en nuestro aparato digestivo.
Además, el uso de probióticos permite regularizar el tránsito intestinal, un factor fundamental para no acumular toxinas en nuestro organismo.
Todos nos podemos beneficiar de estos productos, pero especialmente los niños.
Tras una gastroenteritis es muy recomendable iniciar una complementación nutricional con probióticos para restaurar la flora intestinal.
Lo mismo sucede tras la toma de antibióticos. Los antibióticos no sólo afectan a las bacterias causantes de una determinada enfermedad, también afectan a las bacterias beneficiosas y destruyen parte de la flora intestinal.
Si el niño padece irregularidades en su tránsito intestinal también resulta muy oportuno iniciar un tratamiento con probióticos. Una buena flora intestinal puede solucionar estos problemas sin hacer tratamientos con sustancias más dañinas como pudieran ser los laxantes.
No, los probióticos comercializados tienen un amplio margen de seguridad. No obstante, el uso de probióticos no se recomienda en niños inmunodeprimidos.
En cualquier farmacia podemos encontrar probióticos infantiles aunque si se desea aplicar este producto a un niño pequeño, menor de 3 años, resulta de especial importancia poder hablar con su pediatra y que sea éste el que nos recomiende el probiótico que mejor se adapte a las necesidades del niño.
Para obtener todos los beneficios de los probióticos en niños es importante que éstos se administren en horas cercanas a la comida y que no se tomen de manera indefinida, se deben establecer siempre periodos de descanso.