Nuestro organismo no es estático y sus requerimientos pueden variar dependiendo de muchos factores, entre ellos, las estaciones.
Durante el invierno se producen cambios importantes en nuestro entorno: las temperaturas disminuyen notoriamente, las horas de luz solar diarias se acortan… etc. Además, debido a las bajas temperaturas también padecemos una mayor predisposición a padecer enfermedades víricas como la gripe o el resfriado.
Al iniciarse esta estación nuestro cuerpo también inicia un proceso de adaptación, que debe ser facilitado a través de una adecuada alimentación de temporada que cumplirá con las siguientes funciones:
Los siguientes alimentos son idóneos para mantenernos en plena forma también durante el invierno:
Estos alimentos son ricos en triptófano, un potente precursor de la serotonina, que además también se transforma en melatonina, por lo que nos ayudará a mantener regulado nuestro ciclo de sueño-vigilia.
Ambas frutas tienen un importante contenido en ácido ascórbico o vitamina C, así que además de ayudarnos a mantener un sistema inmunológico activo, nos permitirán mejorar la absorción del hierro.
Las sopas y purés de verduras son ideales durante el invierno, nos aportan calor además de numerosas vitaminas y minerales. Pueden cocinarse con otros alimentos igualmente saludables como patatas, arroz integral o copos de avena.
El huevo de gallina es la mejor fuente de proteínas de alto valor biológico, por lo que nos ayudará a mantener nuestra masa muscular durante el invierno, cuando la actividad física puede verse reducida en los días de mayor frío.
Estos son los alimentos que debemos darle una mayor participación en las comidas de invierno y por tanto deben potenciarse, no obstante, éstos deben ser tomados en el contexto de una dieta equilibrada y que no excluya ningún tipo de alimento.