El gluten es una proteína presente en numerosos cereales. Cuando una persona celíaca ingiere gluten, sus intestinos reaccionan negativamente y se dañan, provocando la mala absorción de los diversos nutrientes. El único modo de tratar la celiaquía es por tanto la alimentación y la detección temprana de los síntomas evitan complicaciones y dalos evitables.
La alimentación de un niño celíaco debe ser estrictamente libre de gluten. Al eliminar el gluten completamente de la dieta, los intestinos poco a poco se van reparando del daño sufrido y vuelven a absorber los nutrientes del modo adecuado.
Para llevar este tratamiento dietético de forma efectiva y lo más llevable posible para el niño, los padres deben tener asimilado qué grupos de alimentos contienen gluten y cuales no, para así trasladar después estas nuevas pautas a su hijo de un modo claro.
Los alimentos que contienen gluten y que por tanto están completamente prohibidos para los niños celíacos son los siguientes: cereales como el trigo, la avena y el centeno y todos los alimentos que se derivan de éstos como el pan, las tartas, los bizcochos, la sémola de trigo y el almidón de maíz.
Afortunadamente, ya se cuenta con una amplia gama de productos específicos para niños celíacos que busca imitar una dieta diversificada y sin restricciones. Entre estos productos podemos encontrar pan, galletas, bizcochos…
También se recomienda a los padres leer detenidamente la composición de los alimentos que compren, ya que algunos, debido a su preparación, pueden contener trazas de gluten (y esto sería suficiente para desencadenar de nuevo una reacción intestinal).
Una vez los padres han asimilado la alimentación que debe tener su hijo y trabajan con el niño para que éste poco a poco comprenda la situación, el manejo de esta enfermedad no entraña ninguna otra complicación.